7 DE JULHO DE 1901 - LISBOA: A MELHOR CORRIDA DA TEMPORADA APESAR DOS MENTECAPTOS DO JORNAL «O SÉCULO», QUE NÃO GOSTAM DE «DIESTROS» ESPANHÓIS (na imprensa espanhola)

 
Biblioteca nacional de España

Corrida efectuada el 7 de Julio.

GRAVE COGIDA DEL BANDERILLERO MANUEL DOS SANTOS

Exceptuando algunas localidades vacías en los tendidos de sol, la fiesta artística del notable caballero en plaza, Fernando d'Oliveira, se realizó con una gran entrada, pues todos los asientos de preferencia se vieron ocupados. El cartel era bueno de verdad.

El simpático artista, no temiendo disgustar á «O Século» — que no sólo continúa su ingrata campaña contra los diestros españoles, sino que á la vez perjudica á sus compatriotas, pues cuando éstos traen para sus beneficios toreros extranjeros, no les publica ningún anuncio ni noticia referente al espectáculo como no los paguen, — anduvo acertado contratando para su fiesta al arrojado espada Antonio Montes, que tan buen cartel había ya dejado la última corrida que toreó en Lisboa el 19 de Mayo.

Es necesario que se sepa en España que la desdichada campaña de «O Século» ninguna importancia tiene; pues el citado periódico no representa la opinión del periodismo portugués, ni tampoco el pensamiento de los aficionados lusitanos, que, con raras excepciones, ven con disgusto cómo diario tan importante prosigue en esa idea descabellada.

Y para que los españoles conozcan la opinión de los aficionados de Portugal sobre el asunto, ahí está Antonio Montes para atestiguar la forma cariñosa con que acaba de ser recibido en ésta y la manera justa é imparcial con que fué apreciado su buen trabajo de esta tarde; á cuyo objeto, también un aficionado portugués remitió al valiente diestro todos los periódicos que hicieron apreciación de la corrida, en número de 14, y en los cuales los más afamados críticos no sólo hacen las más lisonjeras y afectuosas referencias de Antonio Montes, sino que se manifiestan en favor de las corridas con diestros españoles. Por aquí ya se vé que la opinión de un periódico nada puede valer al lado de las de tantos; y me parece que por esa nota se podrá formar una idea de la importancia de tal campaña.

Como Fernando d'Oliveira, creemos que muchos artistas no desisten de traer á sus fiestas toreros españoles de valía, en vista de que tanto contribuyen á la brillantez del espectáculo.

Además de eso, no nos parece que, mientras esté al frente de nuestra plaza la inteligente empresa Batalha, logre «O Século» su propósito, pues la realización de su ideal sería, no sólo causa de la decadencia del gusto por la popular diversión, sino también de la muerte de nuestro hermoso circo, que tantos miles de dutos ha costado y que fué construído, no para alimentar vanidades ócaprichos, sino para satisfacer á la afición.

Y por hoy, basta de preámbulo.

EL GANADO. — Los diez toros lidiados procedían, por mitad, de las vacadas de Faustino da Gama y Emilio Infante. Unos y otros hicieron magnífica pelea, y puede esta considerarse como la mejor corrida de la temporada.

Sin embargo, diremos que los de Infante sobresalieron algo en cuanto á bravura, y se llevaron la palma los da Gama, que eran más duros que los de Emilio, en lo referente á tipos y láminas.

Estaban todos bien presentados, pero es de justicia clasificar en primer término los de Faustino da Gama.

LOS CABALLEROS. — Fernando d'Oliveira, que fué entusiásticamente ovacionado toda la tarde, toreó magistralmente los toros quinto, sexto y noveno. El eximio artista evidenció en la lidia de los toros que le largaron, ser el torero correcto de siempre, el rejoneador consumado y el caballista meritísimo, sobre todo en su primero, siendo llamado por el público al redondel cuando terminó su trabajo, y recogiendo muchos aplausos y gran número de ricos y preciosos regalos.

Joaquín Alves ejecutó con el que rompió plaza un trabajo muy lucido, en el que demostró vastos conocimientos del arte y los muchos recursos de que dispone. Fué justamente aplaudido.

Simões Serra estuvo igualmente bien, consiquiendo entusiasmar al público con su trabajo en el tercero. Cosechó muchas palmas como sus dos colegas.

En fin, fué una tarde superior para los de los rejones.

EL ESPADA. — Trabajador como pocos, según decimos más arriba, Antonio Montes tuvo una tarde "de primera", logrando entusiasmar al ppúblico, no tanto por su valentía como por el trabajo correctísimo que ejecutó.

Siguiendo así Montes en todas las corridas, creemos que no le será difícil alcanzar uno de los primeros puestos, al lado de los mejores toreros de hoy; pues posee los verdaderos conocimientos del arte y la valentía, todo lo cual, unido á un estilo serio de torear, son más que motivos suficicientes para agradar á los entendidos.

Montes toreó de capa al segundo parando mucho, como si tuviese los piés clavados en el suelo; alargando los brazos ejecutó buenas verónicas, una de frente por detrás, y terminó con un recorte capote al brazo, rascando el testúz de la fiera en tres ocasiones. El el tercero hizo un trabajo de muleta superior, estrechándose mucho, como sólo lo hacen los que saben. En el quinto estuvo bien con la muleta, comenzando la faena con un buen pase arrodillado en la misma cabeza del toro. Simuló la suerte de matar con una banderilla. Durante la lidia del s´petimo ejecutó dos quiebros en rodillas, dignos del famoso «Gallito». Después de banderilleado el toro, empuñó nuevamente los trastos, rematando bien algunos pases naturales y con la derecha; y por último, pidió la capa y toreó bien, terminando por colocar la montera en el testúz del animal. Toreó de capa una vez más en el octavo, demostrando su buen arte. En el noveno, que no se prestaba á dibujos, empleó un trabajo de mucho valor con la muleta, probando que posee mucha vista é inteligencia, y sufrió un desarme al simular la estocada. En fin, si las faenas de muleta le confirmaron el el título de buen torero, que ya tiene adquirido, con el capote quedó reputado como un maestro, pues no es posible manejarlo con másd arte que él lo hizo. Montes fué entusiásticamente ovacionado, y con justicia, dejando en Portugal el mejor cartel que un artista puede ambicionar.

LOS BANDERILLEROS. — En este tercio se dió la nota emocionante de le fiesta, con la grave cogida del banderillero Manuel dos Santos, que oportunamente describiremos.

Correspondió banderillear el primer toro destinado á los peones, que salió en segundo lugar, á Calabaça y Cadete. Comenzó Calabaça con un par caído en suerte de  «gaiola», y repitió con otro desigual; Cadete clavó dos pares: uno regular y otro bueno. (Palmas á Cadete.)

Torres Branco y Manuel dos Santos se las entendieron con el cuarto. Torres le adornó á la salida con meio par en su sitio, seguido de uno bueno, andando hasta «la cara» del toro, y dos más regulares; Manuel puso medio par cuarteando, dos medios al quiebro, uno de ellos bueno; uno entero regular y otro cambiando el viaje.

El séptimo fué destinado á Manuel dos Santos, Tomás da Rocha y Luis Canario. En este toro presenciamos la cogida, de mucho tiempo prevista por todos los buenos aficionados y por los compañeros de Manuel dos Santos.

El estimado banderillero, debido tal vez al temperamento nervioso de que está dotado, desde el momento en que pisaba la arena, creemos que atendía más á su amor propio y fuerza que voluntad, haciendo alarde de su arrojo y valentía, que á las reglas y preceptos del arriesgado arte que profesa. Y fué, sin duda, el exceso de valentía y el deseo siempre creciente de agradar, los que ocasionaron el disgusto que dió al público, amigos y compañeros; pues el chico es de los que cuentan simpatías entre nosotros.

Manuel dos Santos esperó al toro, en silla, á la salida del chiquero, y le dejó medio par delantero; le siguió Tomás da Rocha y citó también al quiebro, para dejar un par en los rubios, que ni dibujado. La ovación fué extraordinaria. Luis Canario salió enseguida, clavando un buen par al sesgo. Manuel, a quien llegó el turno otra vez, pidió la silla y colocó un par caído; Rocha cuarteó uno superior y Canario otro en la misma forma. El toro, por exceso de castigo, estaba incierto; pero Manuel dos Santos, "rabioso" porque su trabajo no llegó á entusiasmar, sin atender al estado de la fiera, colocó un pañuelo en el suelo para cambiar sobre él. El toro adelantaba algo y Manuel insistió en ejecutar la suerte en el mismo terreno, citando muy en corto y con evidente compromiso. manuel alegró, el bicho acudió al cite y recibió un par, pero el diestro fué volteado aparatosamente, sufriendo la factura de la tibia izquierda; se le condujo en brazos á la enfermería, y después de la primera cura al Hospital de San José. Tomás da Rocha cuarteó un par más muy bueno, y el toro fué retirado. El público llamó á Rocha y Canario, tributándoles una ovación.

Los banderilleros de Montes, «Sordo» y Calderón, en el octavo quedaron regularmente.

Cadete, Rocha y Canario se entendieron con el décimo, saltando regularmente la garrocha los dos últimos. Cadete agarró dos pares regulares, uno al cuarteo y otro al sesgo; Rocha uno superior al sesgo y Canario uno abierto en la misma forma.

Bregando y en los quites á los caballeros, Montes, Cadete, dos Santos, Torres Branco y Rocha.

RESUMEN. — La corrida resultó animadísima y puede considerarse como la mejor de la temporada.

Los toros, buenos; los caballeros, todos bien; el maestro, archisuperior, y los banderilleros, muy bien, sobresaliendo Tomás da Rocha.

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El estado de Manuel dos Santos es satisfactorio; le asiste el Dr. Bordallo Pinheiro; todos los gastos de Hospital corren á cargo del caballero Fernando d'Oliveira, que trata el herido con cariño é interés dignos de encomio; Manuel es muy visitado y recibe pruebas inequívocas de lo mucho que le estiman sus paisanos, la empresa de nuestra plaza, sus compañeros y admiradores; los banderilleros Cadete y Torres Branco torearon en Setubal y Aldeagallega tres corridas que dos Santos tenía ajustadas, entregando á éste el importe de los contratos; el espada Antonio Montes, el caballero José Bento (de Araújo) y los banderilleros Teodoro Gonçalvez y Gualdino Salgado, que se halla retirado de las lides hace tiempo, también se han ofrecido á Manuel para torear gratuitamente en su corrida de beneficio que se realizará el 4 de Agosto próximo.

A propósito de este desgraciado accidente, recordamos que el año 1893, en otra corrida organizada también por Fernando d'Oliveira para su beneficio, presenciamos la cogida del diestro español Juan Ruiz, «Lagartija», que al cambiar un par en silla al toro sexto, fué enganchado y volteado al alcanzar las tablas, resultando con la fractura de dos costillas, además de otras lesiones; el toro que cogió Manuel dos Santos procedía de la vacada de Faustino da Gama, ostentaba el núm. 91 y atendía por "Esganado".

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TOMÁS DA ROCHA

Está poco afortunada la gente portuguesa de montera.

El día 7 de Julio, el banderillero Manuel dos Santos sufrió una grave cogida, cuyos detalles conocen nuestros lectores, toreando en la plaza de Campo Pequeño, y al día siguiente, en la plaza de Setubal, Tomás da Rocha recibió una grave cornada, que durante algunos días preocupó mucho á los amigos y admiradores del diestro.

Los toros pertenecían á don Antonio Joaquín Correia de Castro, y resultaron muy bastos, dando todos muestras de estar bastante toreados.

Si en Portugal existiese un reglamento para este espectáculo, como los hay en España, en esta corrida el ganadero hubiera sido condenado, por lo menos, á pagar al público el importe de las localidades ocupadas.

Pero en Portugal no existe reglamento alguno, y de ahí los abusos que cometen la mayoría de los ganaderos.

En la corrida tomaron parte los caballeros Manuel Casimiro y su hijo José Casimiro y los banderilleros Juan Calabaça, Teodoro, Cadete, Torres Branco, Saldaña, Tomás da Rocha y José Félix. Pues de todos, sólo Manuel Casimiro consiguió sobresalir en un toro, el que abrió plaza, con el cual hizo un trabajo superior.

Tomás da Rocha en el último, que era el décimo, al entrar una vez á la media vuelta muy cerca de las tablas, se pasó sin clavar, y el toro le saltó por encima cuando tomaba la barrera, arrojándolo al encontronazo contra el muro de piedra.

El estimado banderillero cayó entonces, pero afortunadamente el toro no «hizo por él».

Cuando lo condujeron á la enfermería, el médico de guardia le apreció una fuerte contusión en la cadera derecha y una gran herida en la parte correspondiente á la extremidad superior del hueso íliaco, que impide á Tomás da Rocha torear un buen número de corridas que tiene contratadas.

Asiste á da Rocha el distinguido médico Dr. Branco Gentil, que se hizo cargo del enfermo á instancias del caballero Fernando d'Oliveira, que guarda con los dos infortunados artistas las mayores atenciones y cariñosas solicitudes.

A la fecha de esta breve noticia el estado de Tomás es satisfactorio, pero todavía tardará algún tiempo la curación; ya se levanta y dá por la casa algunos paseos con ayuda de muletas.

La instantánea que hoy publicamos, fué tirada expresamente para SOL Y SOMBRA en el domicilio de Tomás da Rocha, por el buen aficionado y querido amigo nuestro D. Egidio de Almeida, á quien damos las gracias por su atención y diligencia.

CARLOS ABREU.

In SOL Y SOMBRA, Madrid - 15 de Agosto de 1901