Nimes
FOTO : © Rui Araújo
La hermandad por los toros. — ¡Abajo los detractores! —
Dumas, Madame Severine, Coope, Gautier. — El rejoneo á la portuguesa. —
Caballeros rejoneadores.
Va tan
íntimamente unida la historia del toreo portugués á la del español, que apenas
si se diferencian en algunos detalles.
Verdadero
punto de hermandad entre ambas naciones han sido las corridas de toros, hasta
el extremo de aceptar como suyos nuestros lidiadores, aplaudiendo sin reserva
su temeridad y su arrojo, ajenos siempre á patrioterías de mal gusto, y á
sensiblerías cursis, y dispuestos al férvido entusiasmo que en el alma más
tranquila provoca de continuo el espectáculo de nuestra fiesta favorita.
Saben
demasiado que á las corridas de toros no se las puede exigir más de lo que dan
ni ver en ellas esas trascendencias filosóficas que se empeñan en achacarles
los que presencian indiferentes el juego del boxeo que mata ó por lo menos
desnariga á un hombre; el juego del polo que desriñona é inutiliza á los más
ágiles y hermosos caballos, y las carreras en que el jockey se descrisma; los
que pidiendo sin cesar carne cruda para satisfacer su apetito tienen el egoismo
de no presenciar ni sufrir viendo cómo se vierte la sangre de la víctima que
pedazo á pedazo han de devorar en el sabroso roosbeef.
¡Ah! La
humanidad es así; siempre la eterna fábula de Samaniego realizada; siempre el
brutal estómago con hambre, y las uñas prontas á desgarrar y los labios ávidos
de fijarse sobre los bordes de la herida para chupar la sangre como el hurón,
condenando después con el gesto hipócrita y melindroso, cuando la disgestión
hiposa deja paso apenas al análisis del espíritu, el ansia brutal.
En Francia
comen todos los días más de 40 millones de habitantes y todos reclamarán carne
fresca, imponiéndose, por consecuencia, el sacrificio de innumerables reses. Es
casi seguro que los más graves detractores de nuestra fiesta nacional serán
inimitables comedores de magras. Dumas (padre), por ejemplo, aquél que dijo que
las fortalezas españolas se rendían á la primera intimación, y cuya imaginación
brillante no le puede disculpar á nuestros ojos de ser el escritor más injusto,
tenía especial predilección por los asados y las buenas lonchas de ternera y
los buenos jigotes de vaca; Mad. Severine y Coope, probablemente habrán hecho
más gasto de carne que Teófilo Gautier, nuestro defensor antusiasta.
Pues bien;
toda esa inmensa multitud, comiento el solomillo de vaca con más avidez y más
ruido que los gusanos de seda la hoja del moral, ¿cuántos golpes de maza no
representan en los mataderos de París y de los departamentos?
Puestas en
fila las reses que es necesario sacrificar á la hora del sacrificio, podría
compararse su espectáculo á un campo lleno de espadaña tronchado de súbito por
la furia del vendaval. Y, sin embargo, esas sutiles y etéreas criaturas sacan á
relucir la ley Grammont y quieren que el toro sea animal doméstico. En ese país
brotan sociedades protectoras de todos los animales hasta que llega la hora de comérselos,
que es precisamente lo que antes hacían los indígenas de Nueva-Zelanda con los
náufragos que conseguían atrapar.
¿No es cien
veces, y dentro de lo relativo, más espiritual el ver sacrificar un toro en un
lugar que no tenga los asquerosos miasmas de un matadero, dándole ocasión para
defenderse y derecho á atacar, siendo burlado y arrostrando su furia, sufriendo
á menudo los efectos de su encono desesperado? ¿No es mil veces, repetimos, más
espiritual que amarrarle dejándole sin defensa, surgir de pronto y hacerle
rodar un mazazo?
Eso
admitido, detractores de mi alma, ¿qué trataréis de demostrar? ¿Que siempre es
odioso el espectáculo de la sangre? ¡Oh, sí, muy antipático! Sobre todo, es más
cómodo decir: «Vertedla, vertedla, pero que no lo vea yo; dádmela en vajillas
de oro, en treinta y dos platos con más adornos que los que prodigaban en los
antiguos banquetes florentinos; sacrificad para obsequiarme vuestro buey más
hermoso y más joven ante el ara divina de mi estómago, mientras me baño en agua
de rosas en el lugar más recóndito y silencioso del bosque, donde los gorjeos
de las aves no deien llegar hasta mí los tristes balidos de la víctima;
descuartizad y hundid vuestros brazos hasta el codo en las entrañas palpitantes,
y apartad con gran cuidado los riñones, que es mi plato especial; preparadme
entre adornos de odoríferas yerbas el suculento solomillo, y al servirlo
presentáos á mí con las manos limpias, muy limpias, donde yo no vea una sola
gota de sangre que me produzca lástima ó asco. ¡Ah, sí! Yo como por necesidad y
soy miembro de una sociedad protectora de animales y plantas, pero encierro mis
ideas en estos silogismos.
«Toda planta
debe brotar para que yo la arranque. Todo animal tiene derecho á vivir, luego
es natural que yo me lo coma.»
Contra todos
los estadistas, contra todos los filósofos, contra todo lo que preconicen esos
ciudadanos que pretenden velar por la dicha del pueblo, destruir con argumentos
sin lógica las costumbres porque á ellos no les gustan, á ellos, que componen
la minoría, hay una suprema razón, y es la siguiente:
El pueblo
tiene más razón que nadie.
Cuando
adopta una costumbre ó profesa una religión y mantiene con desvelo su culto y
su fe, no hay que dudar que lo que mantiene es bueno.
Por eso precisamente
las provincias meridionales de Francia, Arlés, Nimes, Bayona y Mont de Marsán,
tan aficionadas á las corridas de toros como Madrid, Sevilla y Barcelona,
mantienen enarbolado constantemente el estandarte de la rebelión contra todo
decreto y toda ley que tienda á prohibir nuestra fiesta, que ya es también
suya.
Arles
FOTO : © Rui Araújo
No importa
que el prefecto trate de impedir la entrada al circo: el pueblo va, el pueblo
empuja, y entra, y pide que se corran los toros á uso español, y el pueblo
funda periódicos taurinos, y publica vocabularios con términos tauromáquicos,
para poder sentir más hondo el conocimiento de lo que el espectáculo es, y aprender
más de prisa las denominaciones de sus distintos lances.
Nimes - as arenas romanas (POSTAL)
FOTO : DR
Nimes,
Arlés, Bayona... vosotras dais un eumpujón á los Pirineos, colocándolos más
allá del pueblo del Tartarín, inmortalizado
por Daudet: vosotras, lo mismo que Lisboa, Porto y Santarem, os vais haciendo
hermanas nuestras por la comunidad de gustos. Adelante siempre: la fiesta de
toros no es una derivación del antiguo circo romano, donde el gladio y las
garras terminaban la vida de los hombres. No es el Spoliarium de estas fiestas,
sino la fiera sacrificada noblemente por el hombre, para repartir después su
carne entre la gente que necesita comer barato.
Los toros
son una diversión que se extiende y sube como la marea, sin que puedan contener
su movimiento ascendete diques ni propósitos. Palmo á palmo ganará terreno, y
de la misma manera que Hernán Cortés y Vasco de Gama conquistaban lentamente
Méjico y las Indias, así la afición á las corridas, adelantando, conquistará
este departamento hoy, el otro mañana; triunfará en París, por llevarla el
pueblo; invadirá como la oleada de la inundación la parda línea de los Vosgos
por la derecha, subiendo de España, mientras hacia el Noroeste, precipitándose
en la Vendée y en Bretaña, se detendrá un momento en el canal de la Mancha, esa
masa líquida en cuya superficie circulan ya las corrientes glaciales del polo, pero
pasará al fin y se apoderará de Londres, mientras rueda con fantástica rapidez
sobre el suelo de prusia.
Entonces la
afición, lanzando un grito estentóreo de entusiasmo, proclamará la fiesta
española, fiesta universal. ¿Será realizable este sueño? Mientras vaya ganando
terreno, por lo menos se puede tener esperanza.
¿Chi lo sa?
Pero no
divaguemos, y sea con nosotros el método.
Hablábamos
de Portugal, de la hermosa patria de Camoens, y decíamos que su toreo no se
diferencia del nuestro sino en ligeros detalles.
Digamos los
que son.
En primer
termino, la parte principal del toreo portugués es la caballeresca.
El rejoneo.
Pero rejoneo
con rejón de los de forma de hoja de peral, al antiguo uso de España; rejón de
muerte y no de adorno, clavados por peritísimos caballeros que, en vez de la
airosa ropilla, visten para estos lances la casaca de terciopelo, y en vez del
fieltro con airón, el sombrero de tres candiles, festoneado con plumas.
José Bento de Araujo
Hemeroteca CML
El rejoneo á
la portuguesa no consiste en citar al toro y esperarle, rejoneando por la
derecha mientras el peón le empapa por la izquierda con el capote, sino en
buscar á la res, esquivarla, corretear en derredor suyo, poniendo á prueba el
que lo ejecuta sus condiciones de habilísimo jinete; cambiar de pronto la
dirección que se lleva, y, por último, y estando la fiera en condiciones,
cruzar por delante de ella á toda velocidad, clavar y quebrar el rejón,
quedándose con el puño como trofeo.
Hagamos
mención de los caballeros del vecino reino que más se han distinguido en esta
suerte.
He aquí los
principales:
JOSÉ BENTO D'ARAUJO
Este
distinguidísimo rejoneador, cuyo excelente trabajo han tenido ocasión de
admirar los aficionados madrileños más de una vez, nació en Junquería (NOTA : Nasceu na Ajuda, em Lisboa) el
año de 1852 (NOTA : 18 de Setembro
de 1851 - 2 de Setembro de 1924), cuenta, por consecuencia, en la actualidad,
cuarenta y cuatro años.
Dotado de
una afición sin límites y un valor rayano en la temeridad, se presentó por
primera vez ante el público de su país en 1874, alcanzando unánimes aplausos, y
captándose, desde luego, la admiración y las simpatías del público, pudiendo
decirse que desde aquella tarde data la celebridad de este caballero.
José Bento de Araujo
Biblioteca nacional de Portugal
Después tomó
parte en varias corridas verificadas en Sacavem, Campo de Sant'Anna (NOTA : Lisboa), Porto y otras plazas de
provincias, alternando con el célebre Monteiro (NOTA : Casimiro Monteiro) y Manuel Mourisca.
Sembrada de
flores en Portugal su senda de artista, quiso ver otra nueva tapizada para él
en el extranjero, é imitando á nuestro D. Luis Mejía:
Saltó á Francia, ¡buen país!
toreando con satisfacción general en París, Nimes, Marsella,
Arles, Avignón y Mont de Marsán, que siempre se han distinguido en festejar á
los lidiadores célebres, y en proteger á los desconocidos. (José Bento de)
Araujo puede contar su paso por Francia como una victoria legítima, y su
trabajo de aquella ocasión, como uno de los que más pueden enorgullecer al que
lo practica. Los periódicos se deshacían en elogios del gentil caballero,
haciendo su apología y señalándole como uno de los más decididos y notables
lidiadores portugueses.
Entre los
distintos artículos y poesías encomiásticos que se le tributaron entonces,
guistó mucho la siguiente composición publicada por el periódico taurino de
Nimes, titulado El Picador, en su
número del 28 de Mayo de 1893.
Bibliothèque nationale de France
MADRIGAL AU CABALLERO EN PLAZA
(JOSÉ) BENTO D'ARAUJO
Voyons! Caballero, sois toujours admirable
Et fais que pour longtemps
tu sois incomparable!
Ton royal coursier et toi,
si ravissant,
Vous savez mériter les
applaudissements!
Ton jeu superbe et grand,
d'une grâce infinie,
Du sang-froid, de l'adresse,
entretient l'harmonie!
Tu es l'enfant gâté des
spectateurs Nimois,
Redouble donc d'ardeur, car
pour eux, tu le vois,
Il faut non seulement
planter tes javelines
Mais leur montrer aussi ce
que chacun devine;
Le goût parfait de l'art,
qui fait seul leur régal,
Pour que tu puisses d'eux
parler en Portugal!
L. S. ***.
LE PICADOR, Nimes - edição de 28 de Maio de 1893
Bibliothèque nationale de France
Sintiendo la nostalgia de la patria después de dos años de
ausência (NOTA : 1891 - 1894. Foram
praticamente 3 anos), volvió á ella en 1893 para continuar, quizá con más
ardimiento que antes, su larga y envidiable carrera de triunfos, como lo
prueban las delirantes ovaciones que alcanzó en Lisboa toreando en la plaza del
Campo Pequeño.
La plaza
española en que más se distinguió, fué en la de San Sebastián, donde mató un
toro de un rejonazo como pudiera hacerlo Don Duarte, cuando rejoneaba en la
Plaza Mayor de Madrid.
Revista SOL Y SOMBRA, Madrid
Biblioteca nacional de España
(José) Bento
d'Araujo es nombre de educación esmeradísima, temperamento activo, y carácter
franco y generoso, de esos que se granjean amistades por donde van.
En cuanto à
su personalidad artística, nos atendremos al juicio emitido por el director del
notable periódico portugués A Tourada,
que tenemos á vista.
Dice así:
«José Bento
d'Araujo, á quien todos admiran por la corrección y lucimiento de su trabajo,
pertenece al número de aquellos á quienes debe más el arte tauromáquico, porque
ha sabido engrandecerle de una manera notable por la forma que cultiva con
tanto esplendor. Su manera de lidiar está incontestablemente basada en los
conocimientos más reónditos del arte y no intenta una suerte que no tenga el
resultado apetecido. Las suertes de gaiola
las tiene practicadas con toda brillantez en las corridas en que ha trabajado
en Campo Pequeño. Buen pulso y consintiendo siempre á los toros, su trabajo es,
por regla general, el más correcto y lucido posible, siendo muy raro el ver un
hierro colocado por el aplaudido caballero fuera del sitio en que deba estar.
Dotado de un valor que pasa los límites de lo ordinario, para él no hay toros
de difícil lidia.»
Biblioteca nacional de España
Como nota final podemos añadir que
el caballero (José) Bento d'Araujo toreó en España con general aplauso, y
descontando la plaza de San Sebastián ya mensionada, en la de Santander, donde
se distinguió rejoneando toros de D. Vicente Martínez, de Colmenar; en la de
Barcelona, donde trabajó en seis corridas, y, por último, en Madrid, á la que
vino contratado por dos corridas, agradando tanto que la empresa tuvo que ajustarle
por otras tres.
(NOTA : José Bento de Araújo actuou nas seguintes praças espanholas : Madrid, San Sebastián, Barcelona, Santander, Caudete, etc.)
Também participou durante vários anos em touradas realizadas no Brasil: Rio de Janeiro e Belém do Pará.)
Biblioteca nacional de España
In LA TAUROMAQUIA, Leopoldo Vázquez, Luis Gandullo e
Leopoldo López de Saá - Direcção técnica de Rafael Guerra (GUERRITA) - Mariano
Núñez Samper, Editor, Madrid, 1896.