15 DE AGOSTO DE 1880 - ESPANHA - O CAVALEIRO JOSÉ BENTO DE ARAÚJO NUMA CORRIDA TRÁGICA EM MADRID (na imprensa espanhola)


Biblioteca nacional de España

CUARTA CORRIDA DE NOVILLOS

A las cinco de la tarde, lleno el circo y bajo la presidencia del Sr. Darribas Dorrego, empezó ayer la fiesta con dos embolados jóvenes, que fueron capeados, y pinchados y molestados por otros jóvenes aficionados, y conducidos al corral cuando el Sr. Dorrego dijo simbólicamente: "Basta!"

Retirados novillos y aprendices, no sin haber sido revolcado un peon (caminero) y un picador, único en su clase, apareció la cuadrilla encargada de lidiar los dos toros de puntas, dirigida por Gabriel Lopez (Mateito) y Tomás Parrondo (Manchao), y como sobresaliente Raimundo Diaz (Valladolid).

Los picadores de tanda eran Juan Leon y Pedro Ortega, y como primero y último reserva Francisco Gutierrez (no el Chuchi).

Cuando el Sr. Dorrego lo dispuzo, y colocados infantes y caballeros en su sitio, sonó el clarin y se presentó en la arena un toro como de cinco yerbas, bonita lámina, retinto en negro, albardao, de lloras, muy bien armado y fino, muy bravo, de gran cabeza, rematando y lijero de piés.

Pertenecia á la vacada de D. Donato Palómino de Chozas de la Sierra, y luciendo divisa amarilla.

Con pujanza arremetió seis veces á los picadores de tanda y al reserva, derribándoles dos veces á Leon y una á cada cual de los otros; Ortega fué retirado á la enfermería con una conmocion cerebral á consecuencia del golpe que sufrió contra el estribo.

Cuatro caballos muertos en el ruedo y otro mal herido fueron el resultado de la suerte primera.

A la salida del toro, despues de la primera vara, que la puso Ortega, se habían colocado los peones como escalonados para el quite, del tercio á los medios, en este órden: Mateito primero, luego Manchao, despues Valladolid, y por último Nicolás Fuertes (El Pollo).

Mateito vació al toro con el capote, y lo mismo hicieron los demás; pero, como era de suponer, el animal, que iba afinando la puntería en aquella fila de peones, y desde la salida deseaba coger, al llegar al Pollo, fuese porque éste no supo vaciar la res, o porque se le coló al bulto, el caso fué que alcanzado el infeliz muchacho, tiró la les el derrote, y le causó con la cuerna derecha una herida profunda en la parte anterior y lateral izquierda - segun parte facultativo - que le destrozó completamente el centro cardíaco, es decir, el corazón y los vazos principales que á él afluyen y de él parten.

La muerte de Nicolás fué instantánea. El infeliz á quien la fiera despidió con fuerza de la cuerna, cayó con la cabeza en la arena y el cuerpo levantado en posición vertical, y en esta posición permaneció dos segundos, agitado por un ligero extremedimiento; despues acudieron algunos compañeros á levantarle y ponerle en pié; pero le dejaron al verle muerto.

El infortunado Nicolás cayó boca abajo en un charco de sangre que brotaba de la herida de su pecho.

Un momento de terror siguió á tan sangriento suecso, y la impresion producida en los espectadores no se borró en algun tiempo.

Dos medios pares de sobaquillo y un par á la media vuelta colgó á la fiera Valladolid con mas confianza que acierto. El Morenillo, que debía parear con Raimundo, no logró clavar un palo, y al saltar la valla por frente al tendido número 9, sufrió una contusión de segundo grado, segun parte facultativo, en la región inguinal izquierda, lo cual le obligó á retirarse á la enfermería.

Mateito, que durante la lidia de este toro estuvo valiente, oportuno y incansable, tomó los trastos de matar, y sereno, confiando y cenido, pasó á la fiera y señaló dos pinchazos, uno arrancando y otro al encuentro, en su sitio y tirándose por derecho.

pero el presidente darribas (Dorrego), accediendo á las voces y aullidos de la parte novillera del público, dispuso que retirasen el toro al corral, sin duda para evitar desgracias, y los mansos se presentaron en el ruedo y se llevaron al toro.

El país silbó al presidente, si no nos engañó el ruido, y aplaudió al matador, y le obsequió con tabacos, sombreros y botas de vino, para demostrar al diestro su simpatía y al presidente su inteligencia en lidias de toros.

Señor Dorrego, eso que usía hizo redunda en desprestigio de un matador, y fué injusto á todas luces. Para presidir la fiesta taurina, lo primero que hay que entender, segun los autores mas acreditados, es de toros.

La res saltó al callejon hasta seis veces; tres de ellas por frente á los tendidos números 9 y 10, otra por el 1, otra por el 8, y otra por el 7; asomó dos veces la fisonomía al tendido número 7, intentando saltar, y otra al 4.


El segundo toro, de la misma cavada que el anterior, de igual pelo, y corto y gacho de cuerna, pero embolado, fué rejoneado por el caballero portugués (José) Bento d'Araujo, prévio el paseo y saludo que en magnifico caballo hizo el caballero rejoneador, y cambió de caballería, apareciendo (José) Bento (de Araújo) en una jaca negra, pequeña, pero fina y amaestrada.

Con lucimiento clavó un rejon en los rubios á puerta de gayola, otros tres cuarteando á la portuguesa y otro de frente. Dos de los rejones brindó el Sr. (José) Bento (de Araújo) á particulares, y recibió cigarros y un paquete que no sabemos que contendría y muchos aplausos.

Valladolid, vestido de morado y plata, pasando en corto á la res, la preparó para un pinchazo á paso de banderillas, una estocada tendida y traspasando, en igual suerte, tres pinchazos mas, rompiendo el estoque, y un conato de descabello.

Alones remató á la fiera al sétimo golpe de puñal.

El segundo toro de puntas era hermano del primeiro, retinto, en negro y albardado, astifino, algo cubeto y de pocas libras.

Salió aplomao y no hizo por la gente de á caballo: con una vara de Gutierrez pasó á banderillas, y sin que le hubieran obligado los lidiadores, se le declaró cobarde y le aplicaron fuego, tambien por petición prematura de la parte del público, aficionada á fuegos artificiales, y por concesión del señor de Dorrego (Darrivas).

Conejo prendió medio par de sobaquillo y otro medio á la media vuelta en el cuello de la fiera, y Zoca (?), despues de salir seis ó siete veces, se retiró á la vida privada.

El presidente, comprendiendo que el animal estaba demasiado castigado con un puyazo de XXX y dos palillos, mandó que tocasen á matar.

Manchao, que vestía de magenta y plata, pasó en corto á la res, que estaba huida y descompuesta, y sufrió una colada y desarme, sirviendo el trapo para cubrir la cara á la fiera; de no suceder así, el matador hubiera sufrido un disgusto. Manchao tomó el olivo en otra ocasión.

Se tiró luego el diestro, y á media vuelta señaló un pinchazo.

Entonces Dorrego (Sr. Darrivas), temiendo que se acabara la tarde, dispuso que volvieran á salir los mansos, para llevarse al toro, y así sucedió, por mas que el matador intentaba tirarse de nuevo para evitar humillación tan injsta.

Nada, Sr. Darrivas, que cada hombre nace para una cosa; y usía no ha nacido para presidir corridas ni de embolados. Segun decián algunos espectadores, obsequió el públicoá usia con una grita de solemnidad.

Tambien este toro saltó varias veces; una frente al tendido número 2, y asomó al mismo la fisonomía intentando pasar á la categoría de público.


El segundo de los embolados que se destinaban á rejon, era tambien de pelo retinto en negro, albardado, de libras y bien armado.

Clavó el Sr. (José) Bento (de Araújo) un rejon á la puerta de gayola y otro cuarteando á la portuguesa, y no pudo mas por ballarse aplomado el toro, y no conseguir que se arrancara, á pesar de los oportunos capotes de Mateito.

El animal saltó al callejon por el lado del tendido núm. 9.

Valladolid, despues de pocos pases y medianos, aunque de cerca, remató con la res de dos dos estocadas, una tendida y baja y otra algo traspasada á paso de banderilla.

Luego soltaron, uno tras otro, los embolados, que cumplieron volcando á varios caballeros, y se acabó.

Celebramos mucho que se haya restablecido esta diversión tan inocente, y felicitamos al gobernador por haber otorgado su permiso.

Distrae el ánimo eso de ver volar á los aficionados, y sobre todo cuando el novillo los revienta.

La entrada un lleno. - S.

In EL IMPARCIAL, DIARIO LIBERAL, Madrid - 16 de Agosto de 1880