8 DE AGOSTO DE 1880 - MADRID: SUCESSO PARA O CAVALEIRO PORTUGUÊS JOSÉ BENTO DE ARAÚJO (na imprensa espanhola)


Biblioteca nacional de España

SECCIÓN DE NOTICIAS


CORRIDA TERCERA DE NOVILLOS

La verdad es que la empresa procura dar variedad al espectáculo, y el público, que nunca desconoce estos esfuerzos, acude á la plaza de toros y llena todas las localidades.

Suprimidas las indignas mogigangas que en temporadas anteriores se ofrecían á los aficionados inconscientes; suprimida o prohibida la juerga de banqueros y títulos que se echaban al ruedo á marear á los novillos embolados, que para su uso les soltaban, como fin de fiesta, quedan reducidas las novilladas á lo que siempre debieron ser.

En la novillada que se verificó ayer fueron lidiados, por aprendices del gremio taurino, dos novillos embolados, que derribaron alguna vez á los lanceros, y una vez á uno de los chicos que señalaron palos. Despues de este segundo tercio de la lidia, los novillos fueron retirados al corral por influencia de los mansos, que salieron á aconsejarlos la vuelta al hogar.

Por cierto que el presidente, á quien se conocia que agradaba el espectáculo, se durmió en esta parte, siendo causa de que la función terminara de noche.

De lo primero que debe entender quien preside fiestas de toros, aunque sea concejal, es de toros; sin cuyo requisito se expone á molestar á los lidiadores y al público, y puede ser causa de algun accidente desgraciado.

Los chicos vestian muy bien, por supuesto, como por contrata; á alguno de ellos se le rompia la taleguilla con el viento; á otros parecia que les habian vestido con el paño de una mesa de billar; pero á bien que ellos podran llegar á ser toreros, y entonces eche usted oro y plata y pedreria; los principios en todas las carreras facultativas son espinosos, y generalmente se hacen con mala ropa.

Despues de los dos moruchos, se lidiaron dos toros de puntas de la ganadería de D. Mariano Yague, de Sevilla: lucian divisa negra y blanca.

La vacada del Sr. Yague dejó el pabellon bien puesto: las dos reses eran bravas, y particularmente la que fué lidiada en primer término; de cabeza, rematando y recogiendo, y de libras fueron ambos toros, negros, caido de la cuerna derecha el primero, y meleno y bien armado el segundo.

Esta ganadería, que segun creemos está cruzada con la de Saltillo, ha de dar buenos toros á los circos sí, como es de creer, la cuidan para ello.

Pero ambas reses tenian, no digamos defecto, sinó exceso, puesto que si no nos engañó la vista, el que menos tendria ya siete ú ocho años, y eran ambos muy corridos y casi doctores.

Francamente, á cualquier matador le hubieran venido anchos los dos toros; así no es de extrañar que Lagartija, que en la brega estuvo muy sereno y fresco, oportuno en los quites y ceñido en los quiebros y pasando, se viese obligado á dar dos pinchazos y una estocada á un tiempo algo trasera al primer bicho, y que despues de cuatro pinchazos á paso de banderilla, tuviera el disgusto de ver como se llebaban al segundo toro sus papás al corral doméstico.

Tres caballos despachó el primero y hirió á otro; y un jaco amortizó el segundo, causando tambien una herida á otro jaco.

Rico (Culebra) merece especial mención en su clase por lo oportuno y trabajador que estuvo, tanto con el capote como con los palillos.

Manuel Perez (el sastre) es un picadorcito que quisiéramos ver en las corridas formales; es muy voluntario y entra por derecho, cosa que va siendo muy rara en las plazas montadas.

Oscurecía ya cuando salió el primer toro embolado, hermano, como el siguiente y último, de los dos de puntas que habían sido lidiados; pero mas ancianos y mas mansos.


Destinábase éste, á pesar de sus condiciones, aunque ustedes no lo crean, á ser rejoneado por el caballero portugués D. José Bento d'Araujo.

Era esta la novedad de la tarde, y novedad agradable que ha de dar buenos resultados á la empresa, si se repite.


El Sr. (José) Bento (de Araújo) es un excelente ginete, valiente y conocedor de las reses; desafiando con serenidad, aprovechando los momentos y guiando con seguridad á los caballos pequeños, pero finos, que monta, arrancó generales aplausos en varias ocasiones, y mayor hubiera sido el lucimiento si le hubiesen escogido toros menos aplomados y recelosos.

Raimundo Rodriguez (Valladolid), encargado de estoquear á las dos reses rejoneadas por el caballero portugués, cumplió como pudo, dadas las condiciones del ganado y la carencia de luz. El chico estuvo sereno, y trasteó regularmente. -S.

In EL IMPARCIAL, Madrid - 9 de Agosto de 1880