20 DE MAIO DE 1900 - LISBOA: REGRESSO DO BRASIL E FESTA DO CAVALEIRO JOSÉ BENTO DE ARAÚJO (na imprensa espanhola)


Biblioteca nacional de España

Estafeta taurina

Lisboa. - Con una buena entrada efectuóse el domingo 20 del actual en la plaza de Campo Pequeño, la corrida á beneficio del estimado caballero en plaza José Bento de Araujo, que vuelve de nuevo á trabajar en nuestro circo después de una larga ausencia por tierras de Santa Cruz (Brasil).

Al entrar en el redondel recibió el valiente artista ruidosa y espontánea ovación de la concurrencia, ovación que sólo cesó al terminar el pareo, pues José Bento (de Araújo) siempre contó con innumerables simpatías en todo el reino, siendo por esto y por los atractivos de la fiesta, esperada con ansia la llegada del día destinado para la corrida.

A última hora sufrió el cartel algunas modificaciones, siendo una de ellas la supresión del simpático caballero Fernando de Oliveira, que no pudo asistir por el fallecimiento de su querida hermana, ocurrido en la mañana de la corrida; desapareciendo también del cartel el nombre del buen banderillero Americano, que fué sustituído por Pechuga y Antolín.

LOS TOROS. - Los diez toros que se jugaron procedían de la acreditada vacada de D. Esteban de Oliveira, de Pancas, los cuales rayaron á la altura de las buenas ganaderías.

En su mayoría dieron una lidia brava y noble, y, como los lidiados últimamente en la plaza de Algés, presentaron buena lámina, aunque salió alguno que otro de poco cuerpo; pero, no obstante, demostraron sangre y poder.

El público es ya la segunda vez que en esta temporada tiene ocasión de apreciar ese ganado y colmar de elogios al ganadero, que todos sabemos que cuida con esmero y sin descanso su ganadería.

¡ Bien, Sr. D. Esteban; así se presentan toros en corridas formales, de respeto como los suyos!

LOS CABALLEROS. - José Bento (de Araújo) tuvo una tarde poco afortunada, pues en sus dos toros, quinto y noveno, casi todos los rejones los puso fuera de su sitio, sin que por esto dejara de escuchar palmas por su arrojo y valentía.

Manuel Casimiro muy bien en el primero, al cual adornó con rejones colocados con mucho arte y destreza. La banderilla con que terminó su trabajo fué de las llamadas notables, escuchando estruendosa ovación.

En el sexto, que era tardo, hizo una lidia menos lucida, pero de valor é inteligencia, siendo alcanzado por el toro al colocar una banderilla, derribando el toro al caballo y pisoteándolo. Llevado el caballero á la enfermería, apareció al soltarse el toro noveno, recibiendo una entusiasta manifestación de aprecio y estima.

Joaquín Alves estuvo superior en el tercero, el único que rejoneó, midiendo bien los terrenos y dejando entrar á toda ley, con mucha vista y sangre fría. El trabajo de Alves fué de primo cartelo, recompensándolo el público con muchas palmas.


EL ESPADA. - Hizo el mamarracho, siendo objeto de la constante hilaridad del público...

Nos presentó el beneficiado para desempeñar aquel puesto al matador de novillos José Palomar Caro, novedad en esta plaza y procedente de Mexico, donde, según él, había hecho una buena campaña. Pero en ésta sólo demostró desconocer por completo los más rudimentarios princípios del arte de lidiar toros.

Palomar es simpático, tiene elegante y buena figura; pero eso no es lo bastante para satisfacer al público de la primera plaza de un país, donde están acostumbrados en corridas formales á ver artistas que tienen conciencia del traje que visten.

Muy bien hizo en estar casi siempre entre barreras, y mucho mejor hubiera hecho si no volviera de América; tanto más, cuanto que ni deseos mostró de salir del callejón cuando fué cogido Manuel Casimiro, mientras caballero, caballo y toro, andaban hechos un lío en la arena.

Finalmente, fué una mala tarde para Palomar Caro, que seguramente no le proporcionará muchas contrattas.

LOS BANDERILLEROS. - Es nuestro régimen apreciar al trabajo de los artistas por su antiguedad; pero permítasenos hoy hacer una excepción y empezar por Manuel dos Santos, uno de los más modernos, pero en verdad el héroe de la tarde.

Manuel es, indudablemente, un banderillero que promete, y nadie negará su valor á toda prueba, dándole más realce á su trabajo la mucha voluntad y deseos de sobresalir en tan difícil arte.

Aunque tiene defectos, poco á poco va corrigéndolos, y muy pronto le veremos hecho un distinguido banderillero.

En esta corrida, fué Manuel dos Santos el que conservó el entusiasmo constantemente en el público.

Al octavo, le metió un soberbio par cambiando los terrenos, sabiendo alegrar al toro con maestría, y haciéndonos creer á veces que no era un principiante, y sí un artista consumado.

Cambiando en la silla, agarró dos pares, los cuales no quedaron bien por estar el chico un tanto precipitado, mas aplaudiendo el público á Manolo por su arrojo e buenos deseos.

¡ Más calma, Manolito, más calma!

Con la muleta dió pases aceptables, sobresaliendo en uno de pecho superior, y terminando otro de rodillas en la misma cabeza.

En los quites quedó en primer lugar, oyendo muchas y justas palmas, así como en los lances de capote al brazo.

¡ Bravo, chiquillo, y no hay que dormirse con los aplausos!

Theodoro, bien en banderillas, adornando el morrillo del segundo con dos pares al cuarteo y uno al sesgo. En quites, estuvo demasiado apático.

A Cadete no le vimos nada que pueda mencionarse, y ya hace tiempo que venimos observando lo poco que hace, siendo lástima que artista tan apreciable y tan joven vaya decayendo.

Saldaña, bien en dos pares al cuarto.

Carlos Gonçalves, de bueno sólo medio par á la salida del cuarto, y mal en todo lo restante.

Tomás da Rocha, puso un par superior y otro bueno, al octavo.

Francisco Xavier, nuevo en esta plaza, dió un buen salto de garrocha al séptimo, y con los rehiletes, colocó un par bueno y otro regular, en el décimo.

Pechuga y Antolín, con grandes deseos de agradar.

LA DIRECCIÓN. - Poco escrupulosa. A no haber sido así, no hubiera ocurrido el percance del caballero Manuel Casimiro en el sexto, que muy bien pudo repetirse con Manuel dos Santos en el octavo, por permitir continuaran banderilleando después de dar la señal para terminar el tercio.

¡  Válganos Dios, Sr. Botas! - Carlos Abreu.

In SOL Y SOMBRA, Madrid - 31 de Maio de 1900