15 DE MAIO DE 1910 - CAUDETE: JOSÉ BENTO DE ARAÚJO NA INAUGURAÇÃO DA PRAÇA (obra publicada em Espanha)


PLAZA DE TOROS «LAS ARENAS»                                                      

Su más emblemático monumento civil, lo debe Caudete a la gran pasión por la fiesta nacional, al amor por su pueblo y a la liberalidad del prócer D. Francisco Albalat Navajas, Conde de San Carlos.
No es un edificio aislado. En su tiempo fue la pieza principal de un hermoso proyecto. Don Francisco Albalat - Don Carlos, a secas, para sus contemporáneos - se propuso construir un barrio en toda la regla. Cincuenta y seis casas para gentes humildes, un hospital-asilo que acogería enfermos y ancianos pobres, una iglesia y la plaza de toros. Su estilo, entre corintio y árabe, es de una gran belleza y, si hemos de decir verdad, tan impresionante, que fija inmediatamente la atención emocionada de quienes lo contemplan por primera vez. Las casas, la iglesia y la plaza de toros, rezuman por todos sus poros serenidad de espirítu, recuerdo al artífice, sana curiosidad y no disimulado asombro hacia nuestro pueblo. Como es posible que esta cascada de hermosura se encuentre en esta Villa?
Las obras comenzaron en 1906 y, su puesta de largo y presentación a la sociedad caudetana, constituyó el gran acontecimiento taurino del 15 de Mayo de 1910. Resplandeciente, bellisíma y majestuosa, la plaza de toros más bonita de España, a los ojos del crítico taurino de "Sol y Sombra" - más tarde en 1954, José Comas, en "El Taurino", la piropea como "una de las más hermosas del Mundo", y Demetrio Gutierres Alarcón en "digame" de 12 de Marzo de 1964 tampoco le regatea el elogio de considerarla "la más bonita de España - abre sus puertas a la una y media de la tarde para recibir el aplauso de la afición."
En su fervor apasionado, "Don Paco", construyó un coso realmente monumental, pero claramente desproporcionado al censo de habitantes de Caudete. Sus 9.421 localidades distribuidas el seguiente modo: barreras, 228; contrabarreras primera fila, 231; contrabarreras segunda fila, 238; tendido descubierto, 2.190; graderío cubierto primer piso, 2.910; palcos, 90 a 12 sillas, 1.080; graderío segundo piso, 2.480; mesete de toril primera fila,  16 y "sobrepuertas" también 16, nunca se vendieron en su totalidad. Sin embargo, para el día de la inauguración nada cuenta, a excepción de tributarle el grandioso homenaje que se merece.
Son las cuatro de la tarde. La hora de la verdad. Pocos minutos antes, la Banda Municipal de Música, ha abierto el festejo a los sones del pasodoble "Arenas de Caudete"; el Aguacilillo ha adelantado el caballo un cuerpo, metiendóle en el ruedo; la carroza de Corte con el rejoneador Bento de Araujo, ricamente vestido a la "Federica, a punto"; detrás, a cuatro pasos, Rafael Rodriguez "Machaquito" y Enrique Vargas "Minuto", sustituto de Ricardo Torres "Bombita" que había sufrido pocos días antes un percance, encabezan sus cuadrillas, seguidas de los picadores y las mulillas de arrastre... Todo está listo. Rasga el aire el toque del clarín y, aquella fastuosa plana mayor de la torería comienza el paseillo deslumbrando a un público ávido de emociones, que prorrumpen en un ensordecedor aplauso.
Pero este público "ávido de emociones" no llega a cubrir ni el cincuenta por ciento del aforo. Aquellos 4.348 aficionados, entre los que, por cierto, no escasearon encopetadas señoritas, solamente habían dejado en taquilla 20.680 '50 pesetas. El cardo ascendía a 54.174 pesetas, de modo que lo que prometía ser un día de parabienes en lo económico resultó una frustración, a pesar de la contratación de trenes especiales que partirían de Albacete, Alicante, Valencia, Jumilla, Agres, Alcoy y Onteniente, ámen de todos los coches de punto que tenían parada en la Explanada de Alicante. Pero no sucedió lo mismo en lo artístico.
"Machaquito" y "Minuto", desempolvaron todo su  repertorio en el arte de Cúchares, aválandolo con sus famosas "estocadas hasta los gavilanes", el primero, y con sus desplantes y recortes a cuerpo limpio, el segundo, antes unos fieros ejemplares, catedráles! Que diría un castizo, del Sr. Marqués del Saltillo. Ninguno se reservó. Embrujados con la magnificencia el coso, rivalizaban en cada suerte enardeciendo hasta el paroxismo a un público escaso, pero entregado en cuerpo y alma a la Fiesta. Tampoco desentonó (José) Bento de Araujo. Lució su maestría portuguesa a la jineta, burlando las investidas de los dos novillos de Don Damián Flores y asombrando al "respetable", con la hermosísima estampa de sus caballos, uno de los cuales, parecía bañado en un rio de plata... Aquella tarde no la olvidarían jamás.
Don Paco tenía contratados en firme, tres festejos de relumbrón, Parecióle poco el de la inauguración, para obra de tal magnitud, y el 17 de Julio, se abren de nuevo las puertas de las "Arenas". "Machaquito" y (José) Bento de Araujo repiten, pero Manuel Mejías “Bienvenida”, también se cayó del cartel y fue sustituido por “El Gordito”. Los toros del Sr. Marqués del Saltillo, habían permanecido en los corrales de la plaza, dos meses y seis días alimentándose de habas secas trituradas y de trigo en grano.
De las 49.568 ’50 pesetas de cargo a la taquilla, solamente se recaudaron 6.471 ’50  de los 1.248 aficionados que no quisieron perderse una corrida que se barruntaba trágica. Y, no se equivocaron.
En el primer toro resultó herido de un varetazo “Machaquito” quien, no obstante, pudo matarlo de una formidable estocada. Pero tuvo que ingresar en la enfermería y ya no saldría. De la pujanza de este toro, baste decir, que mató cuatro caballos. Pero el segundo debió ser una fera terrible. Mató trece caballos y mandó a la enfermaria a tres picadores y un “monosabio”. El pobre “Gordito”, nunca antes se había visto en el tremendo aprieto de tener que matar cinco toros, cinco feras!. Cumplió como pudo, sin escuchar ni un “pito”. El “respetable” le tributó un cálido apláuso cuando abandonó la plaza. De (José) Bento Araujo, solo se recuerda que cumplió a satisfación.
Los descalabros económicos no fueron bastantes a desanimar a Don Paco. Hombre de palabra, el 7 de Agosto, celebra la novillada con seis erales de D. Sabino Flores. Confiaba en que Joselito “El Gallo” y “Limeño”, “Los Niños Sevillanos”, que contabon con triunfos clamorosos sus actuaciones en las principales plazas de toros españolas, serían un excelente reclamo. Tampoco tuvo el santo de cara. Se vendieron 1.467 entradas, que dejaron en taquilla 4.069 pesetas. Sin embargo, los escasos aficionados, ya atisbaron entonces en Joselito, la figura cumbre que llegaría a ser, en el firmamento taurino, aquel muchacho de quince años.
Aún le quedaron ánimos a Don Paco, para celebrar otros dos festejos, reducidos a simples becerradas, los días cuatro y once de septiembre, a beneficio del Santo Hospital de Caudete, que corrieron la misma mala suerte.
Con el último festejo, cerró con siete llaves la Plaza de Toros. Ya no daría ninguna otra corrida, ni de toros, ni de novillos, ni de becerros.
Entre 1910 y el 26 de Abril de 1916, día de su muerte y sin que podamos precisar la fecha exacta, por falta de persona viva que la recuerde, ni los motivos que le llevaron a tomar tal decisión, mandó derribar el graderío del segundo piso. La Plaza perdió 2480 localidades, pero ganó en esbeltez su torre principal, tal y como hoy la contemplamos.
Con la muerte del prócer, la Plaza de Toros, que prometía ser monumento de luz, torrente de ilusiones y gloria imperecedera, a semejanza de un soberbio risco quebrado por un rayo, rodó imparable por la árida ladera de lo vulgar y mediocre, tropezando con novilladas sin lustre o con becerradas, remedos de capeas, hasta lo profundo del barranco del verano de 1939 en el que, mentes ignorantes y desaprensivas, la desmantelaron de todo su interior. Barreras, puertas, columnas, palcos, tejas, vigas y el primor de herrería, desaparecieron para siempre. Solamente quedó en pié el testido mudo, pero bellísimo, de su anillo exterior.
Sin embargo, sus “historicas ruinas”, bien cimentadas en piedra roqueña, se mantuvieron en pié. Tal vez esperaran el milagro de que los caudetanos le devolvieran su antiguo esplendor. Y, no fue baldía la espera.


Tendrían que pasar cuarenta y dos años, pero el milagro se produjo. El M.I. Ayuntamiento, en el verano de 1981 la compra a su propietario D. Marino Morales Torrejón, vecino de Alicante por el precio de un millón de pesetas, que sería abonado en tres plazos: el primero de 400.000 pesetas y los dos restantes de 300.000 pesetas. Sin embargo, la realidad fue bien distinta. Aunque el propietario era el M.I. Ayuntamiento, quienes habían regalado a Caudete su Plaza de Toros, fueron el Alcalde y los doce Concejales, extremo este, todavía no bien conocido y menos agradecido.
Y, amanece el día 30 de Agosto de 1986. La Plaza de Toros “Las Arenas de Caudete” ha recuperado, exteriormente, toda sua belleza. En el interior cobran nueva vida el tendido, los toriles, las barreras y las contrabarreras. Ya se pueden dar festejos taurinos para 2.184 espectadores. La Televisión Española, no quiere perderse la sentimental recuperación y, la Escuela Taurina de Alicante se vuelca entusiasmada a la efemérides, Manuel Molina, de Alicante, José Luis Bote, de Madrid y Manuel Tébar, de Albacete, son los novilleros que tendrán el gran honor de reinagularla lidiando las seis reses, con cuajo de toros, de Gabriel Rojas, de Sevilla. Fue uno de los días más grandes para la afición y para todos los caudetanos. Un día imborrable; un día que permanecerá en el recuerdo de quienes tuvimos la suerte de presenciarlo y, también, el día en el que el espíritu del Conde de San Carlos, debió de recuperar la paz.
AUTOR: Andrés Bañon Martínez.
In “Caudete, su historia, sus gentes, sus fiestas, sus monumentos...”, 2001