LISBOA (PORTUGAL)
Corrida efectuada en Campo Pequeño el 5 de Mayo.
La empresa de nuestra plaza continúa organizando carteles que agradan completamente á la afición lusitana, aun á la más exigente.
Habiendo sido grande el entusiasmo en la corrida que toreó Reverte, y magnífica la impresión que dejaran los toros de Duarte d'Oliveira, la empresa trató de repetir aquella parte del programa, presentándonos de nuevo al diestro de Alaclá, y otros diez toros de la ganadería del Cartaxo.
Y con algunas pequeñas variantes en el personal, se llevó á efecto la segunda extraordinaria, con una buena entrada, porque no era de esperar otra cosa.
La verdad sea dicha, no es posible dar á esta corrida la misma clasificación que se dió á la primera de Reverte; esto es: de muy buena.
Sin embargo, todos los aficionados se conformarían con
que las sucesivas no fuesen inferiores.
EL GANADO. — Si no nos es lícito censurar en absoluto
al Sr. Duarte d'Oliveira por la última corrida que nos envió, también es cierto
que no podemos felicitarle, como fuera nuestro deseo, y como lo hicimos en el
penúltimo número de SOL Y SOMBRA.
Quien escoge diez reses como las que el Sr. Duarte
d'Oliveira nos dió el día 28 de Abril, que tenían sangre, cuerpo, carnes,
presencia y tipos de toros, de ningún modo nos debía presentar aquellas otras
que, excepto en la estampa, que era buena, en nada se parecían á las primeras,
careciendo éstas de todas las buenas cualidades que abundaban en aquéllas.
A decir verdad, fué Reverte quien escogió los toros en
la vacada, y de ahí tal vez la razón de que viéramos tantos chotitos en la
plaza, por haberse dejado los toros en el campo.
Mas aunque eso sea, no disminuye la responsabilidad
del ganadero, pues viendo que le apartaban toretes, dejándole los toros, su
deber era no facilitar la corrida, y con eso ganaría en crédito lo que perdiera
en dinero.
Como ya dejamos dicho, los 10 toros de Duarte
d'Oliveira resultaron ordinarios, comparándolos con los anteriores.
Clasificándolos, diremos que el que salió en séptimo
lugar, que fué el mejor de la tarde, resultó un toro de buena ley, el único;
los segundo, octavo y décimo, demostraron algo de bravura; los cuarto y sexto
cumplieron nada más, debido á la frescura, pero fué desarmado y perseguido al
simular la estocada.
Con el capote, en los segundo, tercero y sexto (éste
fué enseguida trasteado de muleta) estuvo parado á veces, ejecutando algunos
lances buenos y de efecto. Banderilleando, agarró dos pares en el quinto y uno
en el octavo, á su manera, resultando archisuperiores los dos primeros.
Recortó capote al brazo en varios toros, quebrando una
vez á cuerpo limpio en el toro séptimo.
De regular puede calificarse la faena de Antonio Reverte en su segunda presentación al público de Lisboa, que fué muchas veces premiada con repetidos y justísimos aplausos.
«Revertito», que figuró como sobresaliente, aunque
algo mejor que en la última, no consiguió todavía satisfacernos, sobre todo á
quien ya lo ha visto
Trabajar en temporadas anteriores.
Pasó la muleta al segundo (que había sido toreado de
capa por su tío), pero poco logró hacer; el cuarto, que estaba dando buen
juego, cuando el señor presidente mandó terminar el trasteo y salir los
cabestros; el octavo, que fué en el que estuvo mejor, dando pases completos, de
cabeza á rabo, lo que le valió justa ovación, y, por último, el décimo, que
brindó al público del 4, y en el que no pudo demostrarnos lo que vale.
Con los palos, cambió en el quinto un par que resultó
malo, repitiendo con otro al cuarteo, muy bueno; en el octavo, cuarteó dos
pares, siendo volteado al colocar el primero, no oyendo aplausos ni por uno ni
por otro.
Estuvo muy activo toda la tarde, ayudó á su tío cuanto pudo y, por fin, fué multado por el señor presidente por no obedecerle inmediatamente cuando le mandó suspender el trabajo de muleta en el toro cuarto.
LOS CABALLEROS. ̶
José Bento (de Araújo) estuvo aceptable en los dos toros que le
correspondieron. En el primero clavó tres rejones en su sitio; en el sexto dejó
cinco: tres buenos, uno regular y otro malo, y terminó con una banderilla
buena.
Fernando d'Oliveira estuvo superior en la lidia del cuarto, por la inteligencia con que lo toreó y como le obligó á marrar; en suertes variadsas empleó el primoroso artistas cuatro rejones, tres muy buenos, quedando uno algo caído, y remató con dos banderillas archisupeiores. En el noveno, que era el peor de la corrida, nada consiguió, á pesar de su buena voluntad.
LOS BANDERILLEROS. ̶
Juan Calabaça ejecutó una suerte de «gaiola» de mucho efecto en el
segundo toro, aunque las banderillas no quedaron en muy buena colocación; repitió
con otro par bueno al cuarteo, que le valió muchas palmas.
A Theodoro Gonçalves correspondió banderillear el
segundo con Calabaça, y el séptimo con Manuel de los Santos. En su primero
estuvo bien, clavando un par bueno al cuarteo y otro al sesgo de mucho mérito,
por la manera como preparó y como clavó. En su segundo, salvo el par que dejó á
«porta gaiola», que fué superior, su trabajo no estuvo á la altura de sus
méritos.
Theodoro es hoy, sin disputa, el primer peón
portugués, poseyendo valor, conocimientos y valentía; y en un artista con tales
condiciones, no es propio, ni se comprende la necesidad de torear con la
precipitación con que lo hizo en el toro en que alternó con Manuel de los
Santos.
Convénzase Theodoro de que con precipitación no se
puede torear bien. Y la prueba la tuvo en la lidia del séptimo, sin duda
ninguna el mejor toro de la corrida, en que su trabajo fué delicatísimo, por el
motivo expresado; lo que no le ocurriría, seguramente, si torease con aplomo,
como acostumbra, sin preocuparse por ideas de rivalidades, que no tienen razón
de ser, ni pueden tampoco tomarse en serio. Que la lección sirva de
escarmiento.
Cadete dejó medio par bueno á la salida del tercero, y
nada más consiquió, porque el toro era
manso; el el décimo clavó un par superior, y uno y medio regulares.
Torres Branco solo pudo prender en el morrillo del
tercero un par algo abierto, oyendo después abundantes palmas de un grupo del
2, por la diligencia y valentía que demostró, citando en corto y metiéndose en
la cabeza.
Manuel de los Santos, si recordase aquel célebre
refrán: «Quien todo lo quiere, todo lo pierde», no hubiera sufrido el fracaso
que sufrió en la segunda extraordinaria. ¡Perdió en un solo día lo que había avanzado en tantos;
retrogradó en una corrida lo que había ganado en dos temporadas! ¡Fué tal vez la tarde que,
durante su carrera, peor impresión dejó en el público que le admira!
De bueno, tuvo solamente dos pares de banderillas: uno
en el séptimo y otro en el décimo. ¡Todo lo demás, «cero»!
En el séptimo, el quiebro en silla, con la precipitación con que lo hizo, sin preparar ni esperar, habiendo ya el toro emprendido su viaje, fué sencillamente una temeridad y nada más. El otro que hizo enseguida con los piés sobre un pañuelo, tampoco «fué» nada. Todo eso se le podría perdonar, todo se le podría disculpar, atendiendo á su mucha fuerza de voluntad. Mas lo que nadie le perdona ni disculpa, ni siquiera los revisteros que le son afectos, fué lo que hizo con la muleta en el mismo toro séptimo, ¡pues el fiasco resultó «monumentalísimo»!
Manuel de los Santos es, sin duda, un muchacho de
vountad y que vale, pero le faltan todavía la competencia y los conocimientos
necesarios para presentarse toreando de capa ó de muleta ante el público de la
primera plaza del país. Debe tener en cuenta que la plaza de Campo Pequeño, en
corridas formales, no debe ni puede ser transformada en escuela. Así es que,
por honra de su propio nombre, ¡debe praticar antes en las plazas de segundo y
tercer orden, para poder presentarse después al lado de los maestros y ante un
público que está acostumbrado á ver los mejores diestros. De no hacerlo así,
sólo conseguirá repetir el espectáculo que nos ofreció esta tarde, y que fué
poco edificante. Por otra parte, tenga Manuel de los Santos la seguridad de que
el buen resultado del trabajo del artista no depende sólo de «querer», pues
además es necesario «saber». En estas páginas hemos elogiado muchas veces á
Manuel de los Santos; hoy no podemos hacer lo mismo, porque llevamos siempre
por norte de nuestros trabajos, la verdad.
«Cutrinche», «Niño de la huerta» y «Alcalareño»,
quedaron regularmente, sobresaliendo el primero.
LOS
FORCADOS. ̶ Hicieron dos
pegas buenas de frente en los toros segundo y tercero.
El jefe, Fressura, fué multado y se prescindirá de sus
servicios en corridas sucesivas por no acatar las órdenes del presidente en el
toro cuarto.
LA
DIRECCIÓN. ̶ Estuvo
confiada, como de costumbre, á «Pescadero», que dirigió con acierto hasta el
toro tercero. En el cuarto anduvo algo precipitadillo, mandando sacar los
cabestros justamente cuando «Revertito» estaba agradando con la muleta. Por ese
motivo se promovió una bronca mayúscula, como jamás la hemos presenciado.
A la corrida asistieron S. A. El Sr. Infante D.
Slfonso y la oficialidad del crucero brasileño «Floriano», á quien brindaron
suertes algunos diestros.
(INSTANTÁNEAS DE F. VIEGAS, HECHAS EXPRESAMENTE PARA «SOL Y SOMBRA»
CARLOS ABREU.
In SOL Y SOMBRA, Madrid - 23 de Maio de 1901