15 DE AGOSTO DE 1880 - MADRID: UMA CORRIDA DE TRISTE MEMÓRIA COM O CAVALEIRO JOSÉ BENTO DE ARAÚJO (na imprensa espanhola)


Biblioteca digital de Castilla y León

PLAZA DE TOROS DE MADRID

LA COGIDA
DE
NICOLÁS FUERTES (EL POLLO)

Ayer ocurrió en la plaza de toros de Madrid uno de esos tristes sucesos que de cuando en cuando vienen á dejar doloroso recuerdo y triste impresion en todos los aficionados.

Nicolás Fuertes (el Pollo), banderillero que salia formando parte de la cuadrilla de Mateito, murió en las astas de la fiera, siendo el segundo torero que termina su vida en la plaza nueva de esta córte.

Procuraremos dar la más detallada reseña de este triste acontecimiento.

Debian lidiarse dos toros de la ganadería de D. Donato Palomino, vecino de Chozas de la Sierra, y eran los matadores Gabriel Lopez (Mateito) y Tomás Parrondo (el Manchado). Despues de correrse para los jóvenes principiantes dos novillos embolados, salió á la arena el primero de los de puntas, cuyas condiciones verán nuestros lectores en la la reseña que á continuacion de este artículo insertamos.

Segun algun colega, el nombre de este animal era el de Temeroso; pero creemos que no sea exacto, porque hay poco escrúpulo en las corridas de novillos para dar los nombres de las reses que se lidian.

El toro salió contrario del chiquero, y los picadores de tanda, que eran Leon y Ortega, tuvieron que dar la vuelta á la plaza para encontrarle á la conclusion del tendido núm. 3. Ortega se puso en suerte y la fiera acometió con el mayor coraje, mostrando un poder no muy comun, y menos todavía en las reses de la casta á que pertenecia Temeroso.

El picador fué derribado al suelo con violencia, recibiendo un golpe en la cabeza, que le obligó á retirarse á la enfermería; el caballo quedó muerto y el toro, despues de algun momento de vacilar por el contraste que resultó de los distintos capotes que le llamaban la atencion, salió con todos los piés en direccion al toril.

En los tercios, y frente á la puerta por donde hoy salen las cuadrillas, se hallaba Nicolás Fuertes; el toro, que habia partido como un rayo en la direccion indicada, llegó hácia el diestro, que vaciló algunos instantes entre salir huyendo ó tender el capote; en este instante fué cogido, clavándole el toro el piton derecho en medio del pecho, y arrojándole al suelo de cabeza. La fiera siguió el viaje sin volver sobre el bulto.

Fuertes, como hemos dicho, cayó de cabeza y quedó primero boca abajo; se puso en pié un segundo derramando sangre en abundancia por la herida y cayó exánime otra vez con la cara contra la arena y los brazos abiertos.

Fué recogido por los dependientes de la plaza, algun diestro y uno ó dos indivíduos que se echaron al redondel.

Conducido á la enfermería solo vivió el tiempo preciso para que el sacerdote de la parroquia de San Sebastian, don Gaspar Gonzalez, le administrara la Extremauncion.

El parte facultativo dice así:

"Nicolás Fuertes ha sufrido una herida penetrante de pecho, situada en la parte anterior y lateral izquierda del mismo, con destrozo del centro cardiaco, á consecuencia de la que ha fallecido sin dar tiempo más que para recibir la Extremauncion."

Tal ha sido el tristísimo suceso que ayer ocurrió en la plaza de Madrid.

Nicolás Fuertes era jóven y querido de los públicos, así como de sus compañeros; aunque en Madrid habia toreado poco, tenia ya muchas simpatías, y en una de las últimas novilladas fué muy aplaudido en los pares de banderillas que clavó.

Deploramos su desgraciado fin, acompañando á su familia en el acerbo dolor que debe poseerla en estos momentos, y hacemos votos porque Dios le haya acogido en su seno.


PLAZA DE TOROS DE MADRID

Cuarta corrida de novillos verificada el dia 15 de Agosto de 1880.

La corrida de novillos verificada ayer, que será de eterna recordacion, comenzó como todas las de su clase, con la lidia de dos novillos embolados para uso de jóvenes principiantes.

Precedido de los alguaciles salió un picador, y acto seguido se dió suelta al primer morucho, que era negro y veleto.

El picador único le puso seis varas, sin novedad alguna.

Uno de los jóvenes fué alcanzado y derribado, con pérdida de una zapatilla, pero sin ningun contratiempo de mayor cuantía.

Tocaron á señalar banderillas, pero nadie señaló nada; los encargados de esta suerte tenian pocas ganas de arrimarse.

El segundo morucho, de igual pelo que el anterior, ménos bravo y recogido de cuerna, sólo tomó dos varas.

Cuando tocaron á banderillas, ninguno de los diestros queria coger los palos, y al fin hubo dos que lo hicieron señalando un par uno de ellos; el otro tampoco señaló nada.

Retiráronse los principiantes, y dió principio la parte formal del espectáculo.

Precedidas de los alguaciles, salieron las cuadrillas de Mateito y el Manchado, y despues del paseo correspondiente y de cambiar los capotes de lujo por los de brega, se dió suelta al primero de puntas.

Era el animal de muchas libras, hondo, retinto albardado, bragado y bien puesto de cuerna; salió con piés y lucia divisa amarilla, distintivo de las reses de D. Donato Palomino, vecino de Chozas de la Sierra.

Despues de algunos capotazos, en los que mostró seus muchas faculdades, tomó la primera puya de Ortega, siendo derribado y perdiendo el caballo. El picador fué retirado á la enfermería, no volviendo á salir en toda la tarde.

En este momento ocurrió la funesta cogida que en otro lugar describimos.

Impresionados los lidiadores, y con motivo, reinó un gran desórden, aumentado por las muchas faculdades del toro. Consentido con la cogida y con la mala lidia que se le dió, aumentaron las malas condiciones de la res. Pocas veces ó nunca hemos visto al público con más emocion en la plaza de toros.

La fiera se acercó dos veces á Leon, y le derribó en una, matándole dos caballos. Gutierrez puso dos puyazos y sufrió otra caida, con pérdida del caballo tambien.

Total: en cinco puyazos, cuatro caballos muertos y cuatro caidas.

El animal saltaba la barrera con gran facilidad, y durante la suerte de varas se coló en el callejon una vez por la puerta de caballos; otra por el 2 y otra por el 4, cayendo casi encima de Mateito. Si el toro esta vez se vuelve hácia el lado en que estaba el diestro, hay otra desgracia.

En estas circunstancias y tratándose de un toro de tantas faculdades, con solo cinco varas mandó el presidente que le pusieran banderillas, disposicion que nos pareció muy desacertada. Aquel toro debió sufrir más castigo.

Los encargados de parear fueron Valladolid y Carbonell.

El primero puso medio par á la media vuelta con bastante esposicion y el segundo salió en falso una vez. Volvió Valladolid y dejó otro medio par cuarteando, y por último, el mismo chico puso otra banderilla al cuarteo tambien.

Carbonell sufrió una caida, se lastimó una pierna y fué retirado á la enfermería; cuando le llevaban entre dos por el callejon saltó el toro y se vió nuevamente espuesto, así como sus conductores.

Valladolid en esta suerte demostró valor y serenidad muy grandes.

Tocaron á matar, y Mateito, que vestia traje azul y plata, brindó y se fué en busca de su adversario, que queria coger y tenia la peor intencion imaginable.

Mateito dió un pase con la derecha y el toro se dirigió hácia el 8, saltando al callejon, donde estuvo un buen rato sin querer abandonar el sitio; por último trató de meterse en el tendido núm. 7, produciéndose en dicha localidad el terror y barullo que son consiguientes.

El animal saltó por frente al 4, y despues de pasear por el callejon, trató de subir al tendido, llegando á meter la cabeza entre las cuerdas al tirar un hachazo á los que le apaleaban.

En vista de esto, el público, que temió no sin motivo, que aquella fiera llegara á entrar en las localidades de tendido, comenzó á pedir que el toro fuera retirado al corral, y así lo dispuso la autoridad.

Mateito, entre tanto, dió un pase natural, uno con la derecha, uno alto y un pinchazo.

Los cabestros salieron y se llevaron á una res que tanta alarma habia sembrado y que tan triste página deja en el toreo.

La reputacion de Mateito no se amenguará en nada porque este toro se haya quedado vivo. El matador estuvo en su puesto, y si fué al corral el toro, se debió al temor del público y del presidente de que dicho animal llegara á causar desgracias entre los espectadores.

Mateito y Valladolid son los únicos que despues del triste suceso de el Pollo mostraron más ánimo en la lidia de este toro.


Los aguaciles salieron nuevamente y condujeron ante la presidencia al caballero (José) Bento d'Araujo, que montaba un precioso caballo ricamente enjaezado; despues de las cortesías y saludos correspondientes, el caballero se colocó frente al toril y se dió suelta á un toro embolado procedente tambien de la ganadería de Palomino.

El caballero (José Bento de) Araujo clavó un rejoncillo á porta-gayola, y cinco más depues, siendo aplaudido, por su gran maestria y arrojo.

El toro era retinto y bien puesto.

El caballero fué obsequiado por D. José Fierro, que ocupaba el palcon núm. 7, con una petaca y muchos cigarros.

Valladolid, encargado de dar muerte á este toro, vestia traje morado y plata.

Con los piés muy parados y bastante lucimiento, dió tres naturales, cinco con la derecha, uno de pecho, un cambio y un pinchazo malo barrenando.

Despues de uno natural, dos con la derecha y uno alto, dió una estocada delantera, tendida y contraria.

A esto siguió un pinchazo sin soltar; otro en la cabeza rompiendo el estoque; otro bien señalado, y un intento de descabello.

El toro se echó, y el puntillero acertó á la sétima.

Salieron otra vez los picadores, y se soltó el segundo de puntas, tambien perteneciente á la ganadería de Palomino.

Era retinto, bragado y apretado de cuerna.

Este bicho se emplazó en cuanto salió á la arena; defectuoso además de la vista, no hacia ni por peones ni por los caballeros.

Se dispuso que le colocaran banderillas de fuego, y se encargaron Conejo y Zoca de cumplir esta mision.

El primero puso medio par á la media vuelta, y el segundo salió hasta siete veces en falso, sin conseguir clavar los palos.

Mateito se los quitó al Zoca, este se resistia, y despues de intervenir el Manchado en la contienda, el Zoca recobró los palos para seguir saliendo en falso.

El presidente mandó tocar á muerte y el toro pasó á manos del Manchado sin ningun puyazo y con una banderilla por todo castigo; como se ve, el presidente no lo pudo hacer peor.

La brega del Manchado, que vestia traje marron y plata, fué poco lucida.

Dió un pase natural, nueve con la derecha y dos altos, pasándose tres veces sin herir despues de amagar.

En otra ocasion se le arrancó la fiera de repente, y tuvo que tirarle la muleta á la cara para librarse de una cogida.

Despues de un pase con la derecha, dió un pinchazo á la media vuelta y una estocada en un brazuelo.

Los cabestros se llevaron al toro al hogar paterno.


El caballero (José) Bento d'Araujo se presentó otra vez en la arena para rejonear un toro embolado de D. Félix Gomez.

El animal era retinto, grande, y salió con piés, pero el caballero portugués no pudo lucirse porque el toro no se arrancaba.

El valiente rejoneador hizo cuanto estuvo de su parte, logrando quebrar dos rejoncillos solamente.

Al retirarse fué tambien muy aplaudido. 

Valladolid acabó con este toro dando un pase con la derecha, dos altos, una corta y otra buena algo caida.

Para finalizar la funcion, se lidiaron seis novillos embolados, dispuestos para todos los que quisieran salir á torearlos.

Ayer quisieron muy pocos: apenas habia en el redondel la décima parte de toreros que en otras ocasiones.

Se conoce que el triste suceso del primer toro de puntas quitó á muchos la gana de seguir la carrera.

JUAN DE INVIERNO

In EL TOREO, Madrid - 16 de Agosto de 1880