24 DE MAIO DE 1891 - MADRID: UMA CORRIDA ATRIBULADA... (na imprensa espanhola)


Biblioteca nacional de España

PLAZA DE TOROS DE MADRID

Corrida extraordinaria celebrada el día 24 de Mayo de 1891


Para el jueves último organizó la Sociedad benéfica de peluqueros y barberos de Madrid, titulada La Precursora, una corrida extraordinaria con el siguiente programa mixto de portugués y español.

Dos toros con divisa verde y blanca, de D. Benjamín Arrabal, para ser rejoneados por los caballeros portugueses (José) Bento d'Araujo y d'Almeida, y muertos en caso extremo por el medio espada Juan Gómez de Lesaca.


Y seis toros de la ganadería del Sr. Duque de Veragua, para ser jugados en lidia ordinaria, por las cuadrillas de Mazzantini, Espartero y Guerrita.

Pero el mal tiempo truncó los planes de todo y la corrida hubo de suspenderse por esta causa, anunciándose que se celebraría ayer 24 con el mismo programa.

Amainó el sábado el temporal, y ayer amaneció un día expléndido, verdaderamente primaveral.

Así que los que habíanse mostrado un tanto retraídos se apresuraron á proveerse de los billetes correspondientes para presenciar la fiesta, llegando algunos á satisfacer sus correspondientes primas por acudir tarde á los despechos.

Á las cuatro y media, el teniente de alealde don Valeriano Párraga, encargado de dirigir el espectáculo, dió las órdenes oportunas para que diese principio, órdenes que tuvieron cumplimiento inmediato.

Al frente de las cuadrillas hicieron su presentación en el paseo los rejoneadores portugueses mencionados con trajes á lo Luis XVI; negro el de (José) Bento d'Araujo y azul turquí el de Almeida.

Don Carlos Albarrán, el Buñolero,
el paso dejó libre á Vinatero,

primer bicho de los de D. Benjamín Arrabal.

Era negro zaino y vuelto de defensas.

Después de unas cuantas carreras persiguiendo á los peones entraron en juego los jinetes portugueses.

(José) Bento d'Araujo, después de salir en falso varias veces, coloca tres rejoncillos en buen sitio, oyendo palmas.

Su compañero cumplió con dos, haciendo también varias salidas.

Como (José) Bento (de Araújo), fué también aplaudido.

Guerrita en una de las carreras del bicho, hubo de tirar el pereal y tomar las tablas á la carrera.

Retírandose los caballeros portugueses en cuanto lo ordenó la presidencia, y Lesaca, que vestía traje color corinto con adornos de oro, salió á dar cumplimiento de la misión de tenía.

Y marchó en busca de Vinatero, al que encontró con faculdades, pero acudiendo bien.

Comienza su faena con un pase alto, al que siguen diez de la misma clase y uno natural para pasarse sin herir, siendo ayudado eficazmente por Guerrita.

Vuelve de nuevo á la carga en los tercios del 9 y 10, y después de dos pases altos entra á matar, dejando una estocada contraria, saliendo enganchado en el pitón derecho por la ingle izquierda, zarandeado y despedido, cayendo hecho una pelota.

En tanto que Guerrita y Espartero se llevaban las res, los monos levantaron con presteza al muchacho, quien por su pié entró en el callejón por la puerta del 9 y 10, y siguió así hasta llegar cerca del burladero de los xxxtilleros, donde le cogieron en brazos los monos y lo condujeron á la enfermería.

Reconocido allí por el Dr. Elías Laburu, resultó tener una herida de pronóstico reservado en la región inguinal izquierda, cuyo orificio de entrada es de ocho centímetros de extensión y de veinte próximamente de profundidad cubentánea en casi toda su extensión, con magullamiento y desgarradura de los músulos abdominales, que le impidió continuar la lidia. Una vez practicada la primera cura, fué conducido á sua domicilio en una camilla.

Inutilizado Lesaca para terminar con la vida del de Arrabal, la presidencia, después de un momento de dudas sobre lo que hubiera de hacerse, ordenó que los abuelos condujesen al bicho á los corrales, y así ocurrió.

El toro destinado para sustituir al anterior fué Jaquetón, colorao, bragado y cornicorto.

Espantóse á los primeros capotazos, pero luego se rehizo y la emprendió con cuantos le llamaron la atención.

Los portugueses, que habían vuelto á presentarse en el ruedo, entraron en funciones.


(José) Bento (de Araújo) clavó dos rejoncillos y d'Almeida otros dos. 

Toma cada uno un par de banderillas, que clavan en lo alto en la propia forma que los rejoncillos, escuchando muchas palmas.

Retíranse á descansar os lusitanos, y los cabestros conducen al corral vivito y coleando al de don Benjamín Arrabal, indultado de la última pena, gracias á la fechoría que ocasionó á Lesaca su hermano.

Una vez dispuesta la gente para la lidia ordinaria, el encargado desde tiempo inmemorial de abrir las celdas, dejó en libertad al primero de los seis del Duque que aguardaban turno.

Atendía por Monte y era negro, bragado, bien puesto y de libras.

Salió con muchos bríos.

Los peones en los primeros momentos pretendieron torearle desde la barrera, pero las protestas del público fueron causa de que abandonaran la guarida y saliesen al redondel, procurando recortarle en diferentes ocasiones para ver de cortarle las faculdades que tenía.

Entró al poco en juego la gente montada, con la que peleó el jarameño mostrándose bravo y de poder.

El Chato fué el primer ginete que intervino en la batalla, poniendo una vara que le valió una caída monumental.

Entra en suerte á continuación el Moreno poniendo un puyazo.

Al quite el Espartero que le vuelve el toro y la hace sufrir una colada con un tumbo de primer orden.

Pone el Chato las varas tercera y cuarta, se apea en ésta y pierde el caballo.

Moreno repite con otro puyazo y un vuelco.

Trescalés mete dos veces el palo en carne, rajando en el último y apeándose en ambas de golpe sin otras consecuencias.

Guerrita hizo un quite al Chato con una buena larga.

Regaterillo y Galea se encargaron de adornar el morrillo del del Duque.

Regaterillo, de primera intención y llegando bien, clavó un palo.

Galea, después de una salida falsa, cuarteó un par trasero.

Regaterillo cerró el tercio con un par en la propia forma, bueno de verdad, que le valió palmas.

Mazzantini, con uniforme celeste, adornos de oro y cabos nagros, una vez autorizado por la presidencia, pasó á entendérselas con Monito, al que encontró quedado, y que luego estuvo incierto, á causa de la mucha gente que había siempre cerca de él moviendo el percal á cada paso.

Dos faenas empleó Luis para deshacerse de su adversario.

Dió la primera, perdiendo terreno y sin parar, siete pasos cambiados, seis con la derecha, sufriendo una colada; trece altos con un desarme, como preliminar de un pinchazo alto, tomando hueso, viéndose apurado á la salida cerca de los tableros del 2.

Un pase con la derecha y cuatro altos, precedieron á una estocada, un si es ó no es delantera, entrando bien.

El animal se acuesta, pero se incorpora á la llegada del puntillero.

El acula á las tablas del 1, y el matador le saca la espina y le da unos trasteos, que bastan para hacerle doblar de nuevo para siempre.

-

El segundo de la ganadería del Duque era conocido entre sus hermanos con el nombre de Culebro.

Lucía capa cárdena, nevada por los pechos y cuartos traseros, con bragas, bien puesto y de buena lámina.

El Espartero le saludó con tres verónicas buenas, parando los pies, y un farolillo y dos lances de frente por detrás poco artísticos.

Con voluntad y bravura se llegó al cornúpeto tres veces á Moreno, que cayó dos á impulsos de las acometidas y una por derrumbarse el potro para despedirse del mundo.

Trescalés puso un puyazo bajo y perdió la peana.

El Chato metió cuatro buenos puyazos que le valieron palmas y cigarros.

Los mejores quites en este tercio correspondieron al Guerra. Mazzantini en el último tocó el testuz del de Veragua.

Julián cuarteó un buen par y repitió con medio, y el Morenito prendió en la propia forma otro par bueno.

Espartero, que lucía traje blanco con oro y cabos buenos, se encargó de los últimos cinco minutos de la existencia del cornúpeto.

Y desde cerca y parando poco, dió un paso natural, uno de pecho, otro con la derecha, nueve altos y uno cambiado para meter una estocada hasta la mano, un poco ida, entrando mal, aunque desde cerca, y saliendo por la cara.

Da luego un paso alto y acuesta el bicho, incorporándose para tumbarse de nuevo y no levantarse más.

El Espartero escuchó palmas y recogió no pocos tabacos y devolvió algunos chapeos.

-

El tercer astado bruto que pisó el ruedo tenía por nombre Forjador, y era cárdeno novado por la fisonomía del rostro de la cara y los cuartos posteriores, bragado y bien puesto.

Se presentó por el lado contrario barriendo con gran presteza los tableros.

Cantares, Pegote y Trescalés fueron los encargados de agujerearle la piel y cumplieron su cometido, á costa de sendos golpes, porque el bicho, que era bravo y voluntario, no se dejaba pegar impunemente.

Cantares entró en juego cuatro veces, marrando en una, llevando tres buenos porrazos y dejando inservible la jaca.

En la última caída, que fué expuesta, Guerrita hizo un buen quite.

Pegote metió el palo en tres ocasiones, llevando dos vuelcos con pérdida de dos potros.

La segunda caída fué al descubierto; y al quite, oportunos Guerra primero y Espartero después.

Trescalés intervino dos veces en la contienda, llevándose una caída y sacando mal el caballo.

Cambiado el tercio salen á lienar Mojino.

Primito á todo correr
y veloz como un relámpago,
dejó en menos que se cuenta
un par de palos cuarteando.
Mojino siguió después,
y tras de pasarse en falso
en la forma supradicha,
dejó un gran par en lo alto,
entrando como Dios manda,
y metiéndose y cuadrando,
por lo cual la concurrencia
le premió con sus aplausos.
El primero cerró el tercio
dejando puestos dos palos
de una vez, entrando á prisa
y saliéndose volando.

Guerrita, que lucía traje encarnado con oro, pronunció el discurso que es de rúbrica, y pasó inmediatamente á habérselas con Forjador, al que encontró humillando y en defensa cerca de los tableros.

Y moviéndose en los primeros pases y parando luego, dió cuatro naturales, dos cambiados, tres altos, dos de pecho, dos redondos y cuatro con la derecha, como preliminar de una estocada trasera, á volapié, dando tablas, entrando y aliendo bien: 

Después de seis pases con la derecha, ocho altos y cinco medios, intentó dos veces el descabello.

Un pase alto y tres medios precedieron á otro intento, tocando algo, lo bastante para que la rés doblara y se entregara al puntillero.

Fué el cuarto Fosforero, chorreado, listón, nevado por los cuartos traseros y cornialto.

Salió con muchos piés, á pesar de estar, al parecer, resentido de ellos.

Dos veces se llega á Pegote que rueda en ambas. Al quite en la segunda caída, Mazzantini.

Cantares entra en la pelea en tres ocasiones, sufriendo dos tumbos. A los quites en estos dos vuelcos, Espartero y Guerrita.

Acomete el toro á Trescalés, rompiéndole la vara que tenía apoyada en el suelo, y con la parte útil mete un puyazo.

Repite luego con otro, y se pasó á otra cosa.

Galea cuartea dos pares, bueno el primero, y Luisillo cumple con medio par.

Mazzantini, después de tres pases con la derecha, dos cambiados, uno de pecho y seis altos moviditos, deja un pinchazo alto sin meterse.

Siete pases con la derecha y cinco altos sirven al matador de preámbulo para entrar de nuevo á matar, dejando una buena estocada.

Se echa y levanta el bicho dos veces, y el amatador acaba con él, descabellándole.

Un toro negro, con bragas,
algo apretado de cuerna
y apodado Clavellino,
saltó en seguida á la arena,
rematando en los tableros
y andando con ligereza.

Pero aquellos fuegos se le apagaron pronto: en cuanto los jinetes le tentaron el morrillo.

Y en su pelea con ellos se mostró tardo en demasía, tomando sólo las varas reglamentarias para dejar incólumes las cintas de la casa.

Fuentes puso una de las varas, ganándose un porrazo y dejando la peana en disposición de ser arrastrada.

Trescalés, que dicho sea de paso, picaba en lugar de Trigo, sin anunciar la sustitución, metió tres puyazos, se llevó dos caídas y vió espirar el alazán en que jineteaba.

Quedado le encontraron el Morenito y Julián, á quienes estaba encomendado el segundo tercio de la vida pública del de Veragua.

El Morenito abrió el tercio con un par al cuarteo y lo cerró con un par á la media vuelta.

Julián llenó su cometido con un par al cuarteo.

Con tendencias á la huída y defendiéndose en las tablas le encontró el Espartero, quien necesitó emplear las faenas que se detallan á continuación para que las mulillas cargasen con él.

Primera faena: Tres pases con la mano derecha, cuatro altos, dos cambiados y un pinchazo delantero, dando tablas, sin meterse.

Segunda: Trece pases con la derecha, llevándose una colada, uno alto y una estocada caída, delantera y perpendicular, dando tablas y echándose fuera.

El bicho, que estaba al plato y á las tajadas, á la salida de uno de los pases con la derecha, arranca tras unos peones que estaban cerca de las tablas, y les obliga á tomar el callejón á la carrera.

Tercera: Un pase con la derecha, cuatro altos, tres medios y un intento de descabello.

Cuarta: Dos pases con la derecha, tres por alto y un pinchazo en buen sitio, dando tablas, sin meterse.

Quinta: Un pase con la derecha y un pinchazo barrenando, sin soltar.

El presidente, en vista de que iban transcurridos trece minutos, le envía un recado de atención para que aligearra un poco.

Conste que ayer no hubo protestantes para este aviso presidencial.

Sexta: Un intento.

Séptima: Un pinchazo atravesado, dando tablas y escupiéndose de la suerte.

El bicho se acuesta.

Ah! para que no se olvide,
el consignar es preciso,
que si el muchacho oyó palmas
no dejó de escuchar pitos;
que aplausos y pitos hubo
cuando Manuel fué al estribo
después de haber dado muerte
ayer tarde á Clavellino.

Cerró plaza Agujito, negro, bragado, cornicorto, bizco del derecho y de menos representación que sus difuntos hermanos.

Avistóse de primera intención con Fuentes, y al sentir el castigo salió por peteneras dando brincos.

Vuelve á entendérselas de nuevo con el mismo jinete y sale de la suerte del mismo modo.

Nuevamente acomete con el mismo jinete y le derriba, dándola luego con el potro al que se pasa corneando un verano sin que hubiese un capote que le distrajera.

Otra vara puso este picador, sin percance alguno.

Trescalés puso la quinta vara, y en ella midió el suelo.

Pegote cierra el tercio con dos puyazos, bueno el primero, sin ulteriores consecuencias.

Al cambiarse el tercio, una parte de los espectadores pide que pareen los matadores; pero éstos se hacen los sordos.

Mogino y Primito, que son los muchachos á quienes por turno corresponde llenar este segundo tercio, cumplen su cometido en esta forma:

Entra por delante Mogino, wuer después de una salida en falso prende meio par.

Sigue Primito con un par cuarteando desigual.

Mogino secunda y cierra el tercio con una salida falsa y un buen par al cuarteo.

El bicho, después del segundo par, intentó saltar por el 10.

Guerrita es el encargado de dar fin al drama taurino organizado por los socios de La Precursora.

Á la vez que se disponía á ejecutarlo, unas barbianas que habían presenciado la fiesta en el tendido 2 abandonan sus puestos, llamando la atención de esos espectadores que van á la plaza á todo menos á ver toros.

Con tendencias encontró Guerrita á su enemigo, al que dió seis pases con la derecha, uno de pecho, dos cambiados y doce altos, como preámbulo de una estocada corta que despide el bicho al cabecear.

Después de un pase natural, cuatro con la derecha y ocho altos, volvió á entrar de nuevo á matar, y arrancando largo dejó una estocada corta en buen sitio, un poco contraria.

Como el bicho no se acostara, largó de nuevo un pase natural, dos con la derecha y cuatro por alto, para descabellar á pulso después de un intento.

Y aquí paz, y hasta la novillada del jueves próximo, que dará principio á las cuatro, media hora más temprano que la marcada para la corrida de ayer.

APRECIACIÓN

Los toros del señor Duque de Veragua, bien presentados todos y de buena lidia los tres primeros.

La segunda mitad de la corrida, por tanto, aceptable, sin sobresalir de otras que han costado á la empresa de la plaza mucho menos dinero, y en conjunto han dado más juego.

Está visto que las empresas, al presentar corridas del Duque, no compran toros, sino el nombre de la ganadería para estamparlo en el cartel.

De los toros de Arrabal, el primero fué bravo; el segundo, un manso que huía de la percalina.

Mazzantini. - Con más sosiego manejando la muleta, hubiera conseguido quedar mejor en el primer toro.

No hay medio de persuadir á este lidiador de que con sus extraordinarias faculdades podría lucir mucho su trabajo de muleta, si se decidiera á torear con los brazos en vez de hacerlo con los pies.

Así le vimos ayer salir arroliado y quedar casi embrocado en las tablas del 2, por perder terreno en cada pase de los que daba al toro.

Hiriendo entró medianamente en el pinchazo cogiendo hueso, y luego, con más decisión, agarró una estocada aceptable, á pesar de estar algo (muy poco) delantera y caída.

Toreó con demasiada gente en los alrededores, y esto contribuyó mucho á que el toro no hiciera una lidia franca.

En el cuarto no mejoró nada su labor de muleta á pesar de que las condiciones del toro en el último tercio exigían parar mucho y consentirlo para levantarle la cabeza y cuadrarlo.

Pinchó la primera vez por no meterse, y después metió una beuna estocada confiándose más y entrando por derecho, teniendo precisión de descabellar por haber levantado al bicho el puntillero.

Dirigiendo dejó hacer, y cada matador disponía en su toro lo que debía hacerse.

En quites bien, pero poco trabajador.

Espartero. - Muy cerca, como de costumbre, y movido, como de costumbre también, pasó al segndo toro, que á pesar de ser en la muerte el mejor de la corrida, ocasionó al matador alguna coladilla al pasar por alto.

Se colocó muy cerca para herir, y quizá por esto mismo tuvo que levantar el codo para meter una estocada alta, algo ida, que le valió una ovación extraordinaria.

Las tres verónicas que dió á este mismo toro fueron buenas; el farolillo y los dos capotazos de frente por detrás, medianos.

También le valieron palmas.

El quinto toro llegó á la muerte en peores condiciones que ningún otro; así que á este matador le tocó estoquear el mejor y el peor toro de la corrida.

Pasó de muleta todo lo cerca que puede desearse y algo movido, sin lograr modificar en nada la mala condición del bicho, de llevar la cabeza arrastrando.

De esta manera tuvo que estoquear, y así no es extraño que buscara la salida con demasiada precipitación.

Intentó el descabello sin éxito, para después volver á pinchar.

Recibió un aviso de la presidencia cuando llevaba trece minutos de faena.

Y en fin, estuvo muy activo en la brega y quites, haciendo uno al revés en el primer toro, que pudo causar un perjuicio á Moreno, y en otros muy acertado.

Guerrita. - Tampoco paró mucho este matador al manejar la muleta en el tercer toro, pero supo castigar para moderar la tendencia del animal á humillar la cerviz.

Esto le permitió entrar á herir por derecho y dejar una estocada trasera y tendida que no hizo gran mella en las fuerzas del toro; el diestro se empeñó en no volver á meter el brazo, y una tras otra intentó tres veces el descabello, acertando á medias en la última.

Más acertado hubiera sido volver á estoquear, pues el toro tenía sobra de faculdades cuando acudió el espada al descabello.

El sexto bicho llegó á la muerte con algunas tendencias á la huída, y el espada pasó de muleta parando más que en su toro anterior.

Soltó un pinchazo, despidiendo el toro el arma en el acto, y después de varios pases de muleta poco dignos de mención y algunos capotazos de los peones, metió otra vez el sable y dejó una estocada algo contraria arrancando desde lejos.

Un intento y un descabello á pulso fué el final del trabajo de este matador.

En la brega y quites, bueno; pero desde hace unas pocas corridas, se muestra menos activo de lo que antes tenía por costumbre.

Lesaca. - Lamentamos el percance que sufrió y deseamos de todas veras que su restablecimiento sea rapidísimo; pero nadie más que su precipitación fué el causante de la avería.

Entró á herir sin estar el toro en suerte, y sucedió lo que inevitablemente debe ocurrir cuando un matador se mete por derecho con un toro que se encuentra adelantado y abierto.

Los picadores, medianos.

Cantares, pegoto y Chato pusieron algún buen puyazo, pero en general se picó tan mal como de costumbre.

En vista de la forma en que se viene repartiendo el trabajo entre los picadores, esto es, formando tres taudas que cada una pique dos toros, sería más conveniente que los dos piqueros de una misma cuadrilla picaran los toros que correspondiera estoquear á su matador, estando siempre de reservas los de la cuadrilla siguiente.

Posible es que de esta manera tuvieran los matadores más empeño en llevar á sus cuadrillas picadores que supieran cumplir con su deber.

Los banderilleros, mejor que en otras muchas corridas. El mejor par correspondió á Mojino en el toro tercero.


Los Sres (José) Bento d'Araujo y d'Almeida demostraron ser excelentes caballistas y hábiles rejoneadores.

Los servicios, buenos.
La tarde, fresca.
Buenísima la entrada.
La presidencia, acertada.

In EL TOREO, Madrid - 25 de Maio de 1891